Santa Apolonia Tezcolco, la voz de sus recuerdos.
Entrevista a María Micaela Pizarro Gómez.
Por: Ana Marisol Reséndiz Pizarro.
Me
llamo María Micaela Pizarro Gómez y soy oriunda de este barrio; originalmente
aquí era una hacienda llamada Santa Apolonia dicho ranchito se ubicaba entre
Ferrocarriles Nacionales y Camino a Santa Cruz Acayucan lo que es la
prolongación de la calle Tochtli. Nos contaba mi mamá Leonor Gómez Elizalde que
en los tiempos de siembra o cosecha se hacía una gran festividad con un sentido
de celebración similar a los que las veintenas eran para los tepanecas que eran
las fiestas agrícolas que celebraban los antiguos mexicanos. Mi abuelo el
Doctor Sabás Gómez Picasso era el caporal de dicha hacienda y también el
encargado de organizar dichas festividades; el siempre nos contaba una triste
anécdota donde se ejemplificaba la pobreza de la época ya que muchos de los
habitantes originarios que asistían a dicha celebración utilizaban ropa de
manta sin adornos y un morral de manta donde guardaban tacos y tortillas para
poder alimentar a su familia, no usaban zapatos, solo unos huaraches. Mi abuelo
encontró algunas necesidades en la región motivo por el cual ejerció con mucho
gusto su profesión de medico homeópata atendiendo a la gente del barrio además
también era el encargado de salud de los animales del rancho, por ello se
encargaba de curar a las vacas de empacho cuando habían comido zacate caliente.
En la granja de Santa Apolonia teníamos distintos animales como: vacas,
caballos, gallinas, guajolotes, gansos, patos, palomas, cerdos y hasta un toro
que se llamaba Samuel.
Contaba mi mamá que tenían una cerda
tan enorme que al caminar serpentaba en el patio. Nuestro patio tenía una parte
de techo de vigas a lo que se llamaba techo estilo catalán donde hacían nido las
palomas.
Este
barrio es muy húmedo porque era un lago lo que provocaba que las casas se
llenaran de unos insectos llamados palomillas. Al recordar como era mi casa
siento mucha nostalgia al recordar como mi abuelita tenía en el corredor
tablones llenos de hermosas macetas que se hacían con pedazos de platos rotos y
espejos que eran propias de la época a mi abuela le encantaba tener la casa
llena de plantas pues eso propiciaba la llegada de las golondrinas y otras
aves.
Indagando en mis recuerdos me
acuerdo de una prima de mi abuelo que era una anciana cuando yo era niña, a la
que le decían Dorita y nos contaba que en el arroyo que pasaba por lo que ahora
es el eje tres, en el cual había carpas y muchos acociles que fue lo que le dio
el nombre al metro camarones; fue un lugar que participo activamente en la
revolución, algunos vecinos del barrio platican de los tesoros enterrados en el
mismo pero también Dorita contaba que los rebeldes ahí escondieron las armas
cuando venían huyendo del ejercito realista, armas que junto con tesoros y
uniformes realistas fueron encontrados en el cauce del arroyo y en los
alrededores, ya que Azcapotzalco participo activamente en la lucha
revolucionaria como también fuimos la sede de la última batalla de la
Independencia. Cabe señalar que Pancho Villa vino a juntar gente para la bola,
algunos de los Gómez y los Romero se fueron con Pancho Villa.
Este lugar era un paraíso
maravilloso con chinampas y milpas, en ese tiempo no se sentía tan duramente el
hambre, pues había muchas plantas comestibles principalmente la milpa. Pero
todo ha cambiado transformándose y reflejándose en cada una de las calles de
ciudad de México. Por ejemplo en este barrio había solo pequeñas callecitas que
se inundaban una vez al año, el drenaje era pésimo y por todos lados había
mucha basura, nuestro entorno se volvió tristemente folclórico ya que en el
porfiriato llegaron las pulquerías, las cantinas y con ellos llegaron los
borrachitos y los jóvenes se la pasaban de vagos jugando cascaritas de fútbol,
pero no de un modo inocente sino todo a través de las apuestas callejeras, que
a veces eran por unos cuantos pesos o por unos chescos (refrescos), después de
que nuestro barrio había sido un vergel se convirtió en una romería que completaba
la experiencia barrial con hambrientos perros callejeros en cada esquina, y uno
que otro peladillo gritando groserías se perdieron las buenas costumbres que
tenía la gente que vivió en las rancherías.
Pero vayamos a otro asunto
importante que es la fiesta de Santa Apolonia que se celebra cada 9 de febrero
al inicio de dicha celebración que antes duraba alrededor de ocho días; la
fiesta comenzaba cuando el mayordomo se encargaba de recoger en efectivo
donaciones de los fieles para realizar dicha fiesta, que se engalanaba con la
quema de juegos pirotectinos, alegres bailables, palo encebado que en la parte
de arriba tenía cinco morrales que contenían despensas que el ganador se las
podía llevar a su casa, box, carreras en bicicleta que se adornaban con papel
china de distintos colores, también íbamos a ofrecer flores a la virgen, había
muchos fieles ya que desde las 10 de la mañana había misas para todos los
dentistas por que Santa Apolonia es su patrona. Recuerdo con alegría como desde
temprano lanzaban cohetes, le tocaban las mañanitas a la imagen, había música
de banda y en medio de la algarabía de la gente sacaban a peregrinar por toda
el barrio a la imagen acompañada de los fieles y de las mojigangas que son
muñecos hechos de alambre y tela manipulados por una persona que se mete en
ellos había dos muñecas, un muñeco, dos tortugas y un diablo o al menos eso
creo. Por último recuerdo a mi tío abuelo Miguel Gómez Elizalde que nació el 14
de abril de 1931 y fue hermano de mi madre Leonor Gómez Elizalde, en el año de
1947 estudio en al secundaria nocturna y después fue profesor de secundaria y
director que entre otras cosas sembró 200 árboles en este barrio y se dedico a
cuidarlos en cuerpo y alma después de los estragos de la deforestación que nos
trajo la modernidad así como la construcción del ferrocarril y finalmente la
eje vial. Y culminó sus estudios de derecho en la UNAM.
Entrevista Argelia Malagón Muñoz.
Me
llamo Argelia Malagón Muñoz, mi pade fue Felix Malagón Guzmán y mi madre fue Josefina Muñoz
Hernandez. Se casaron el 4 de julio de 1937. Cuando yo era pequeña en donde
comenzó a pasar el ferrocarril hacía viajes a Cuernavaca. Había un hermoso
riachuelo y lo demás estaba lleno de milpas, el campo del barrio era hermoso
pues había muchísimas flores rojas que eran amapolas, en ese predio
correspondiente a la calle de ferrocarriles había varias viviendas y toda esa
calle en el camino que va al metro refinería estaba llena de platanales,
hablando de los antiguos oficios pasaba un señor gritando ¡Chichiuilotes! Que
eran unos pajaritos que se comían y eran muy sabrosos, desafortunadamente al
construir las vías a todas las familias que vivían ahí, les fue expropiado el
terreno, algunos de los vecinos murieron de tristeza pues no les alcanzo con el
pago simbólico para comprar otra casa y murieron de nostalgia pues no conocían
otro hogar. En este barrio había leche, nata y dos establos, de los sembradíos
más destacados teníamos chile, milpa, cañaverales, las calles eran muy angostas
donde solo pasaban carretas, todavía me toco ver ranchitos, y donde ahora es el
eje vial a mitad había un hermoso ahuehuete en está casa que se encuentra en
frente de la iglesia de Santa Apolonia Tezcolco vivió mi padre que se llamo
Félix Malagón que tenía como oficio el de ser molinero de este barrio el molino
estaba en la calle de Ferrocarriles Nacionales. Por último me gustaría contar
una anécdota mi hija se llama Izel Guadalupe pero originalmente yo había
decidido ponerle Itzel Cuatlayopeo, pensando que Cuatlayopeo era un sinónimo de
la virgen de Guadalupe pero su padre al ir a registrarla se equivoco y por eso
ahora se llama Izel Guadalupe.
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