viernes, 22 de marzo de 2019



Corrido al insurgente Encarnación Ortíz 

“el Pachón”
Por: María Elena Solórzano

Voy a contarles señores
de un hombre recio y cabal
es Encarnación Ortiz,
lo apodaban el “Pachón”.
Nativo de San Felipe
estado de Guanajuato
nunca se supo la fecha
cuando sus ojos abrió.
Era excelente jinete
a las bestias dominaba,
hombre y caballo eran uno
en las buenas y en las malas.
Primero fue bandolero,
emboscaba diligencias,

se quedaba con la plata
para ayudar a su gente.
Todo mundo lo temía
por ser audaz y valiente,
en la mano el corazón,
marchaba siempre de frente.
Se enlistó con insurgentes
y empezaron las batallas,
se distinguió Encarnación
por su entrega en los combates.
Le dieron misión de honor:
combatir a los realistas.
En Meseta de Caballos.
funda fuerte San Miguel.
Después de un cruento combate
se refugian en el monte,
les cayeron los realistas

y a toditos los mataron.
El valiente del “Pachón”,
con su querido caballo
se lanzó al despeñadero
hasta el fondo del barranco.
Pudo sanar sus heridas
para volver a pelear,
más tarde acepta el indulto
para su hijo salvar
Como un campesino más
está labrando la tierra,
Anastasio Bustamente
se lo lleva pa’ pelear.
Con bandera Trigarante
de nueva cuenta combate
tomando las poblaciones
cerca de la capital.

Azcapotzalco es testigo
de varias escaramuzas.
Una sangrienta batalla
se realizó en el lugar.
En el atrio de la iglesia
insurgentes y realistas
lucharon con gran fiereza
para ganar el combate.
Bustamente les ordena
a sus bravos capitanes
salvaguardar el cañón
para emprender retirada.

Encarnación con Arana
quieren lazar el cañón
cuando les llegan las balas
al centro del corazón.
Al morir Encarnación,
como se mueren los hombres,
queda encendido un furor
en todos los insurgentes.
Con renovado valor
se lanzan contra realistas,
los trigarantes proclaman:
“Ya ganamos, sí señor”
El diecinueve de agosto,
mil ochocientos veintiuno,
murió Encarnación Ortiz
por el amor a su Patria.

En el atrio de la Iglesia
enterraron al “Pachón”
con otros hombres valientes
héroes de nuestra nación.
Se le rindieron honores
como se lo merecía
una salva de fusiles
le dio su postrero adiós.
Vuela, vuela palomita
y cuenta en todo lugar
aquí descansa el “Pachón”
un héroe muy principal.



Santa Apolonia Tezcolco, la voz de sus recuerdos.
Entrevista a María Micaela Pizarro Gómez.

Por: Ana Marisol Reséndiz Pizarro.

Me llamo María Micaela Pizarro Gómez y soy oriunda de este barrio; originalmente aquí era una hacienda llamada Santa Apolonia dicho ranchito se ubicaba entre Ferrocarriles Nacionales y Camino a Santa Cruz Acayucan lo que es la prolongación de la calle Tochtli. Nos contaba mi mamá Leonor Gómez Elizalde que en los tiempos de siembra o cosecha se hacía una gran festividad con un sentido de celebración similar a los que las veintenas eran para los tepanecas que eran las fiestas agrícolas que celebraban los antiguos mexicanos. Mi abuelo el Doctor Sabás Gómez Picasso era el caporal de dicha hacienda y también el encargado de organizar dichas festividades; el siempre nos contaba una triste anécdota donde se ejemplificaba la pobreza de la época ya que muchos de los habitantes originarios que asistían a dicha celebración utilizaban ropa de manta sin adornos y un morral de manta donde guardaban tacos y tortillas para poder alimentar a su familia, no usaban zapatos, solo unos huaraches. Mi abuelo encontró algunas necesidades en la región motivo por el cual ejerció con mucho gusto su profesión de medico homeópata atendiendo a la gente del barrio además también era el encargado de salud de los animales del rancho, por ello se encargaba de curar a las vacas de empacho cuando habían comido zacate caliente. En la granja de Santa Apolonia teníamos distintos animales como: vacas, caballos, gallinas, guajolotes, gansos, patos, palomas, cerdos y hasta un toro que se llamaba Samuel.
            Contaba mi mamá que tenían una cerda tan enorme que al caminar serpentaba en el patio. Nuestro patio tenía una parte de techo de vigas a lo que se llamaba techo estilo catalán donde hacían nido las palomas.
Este barrio es muy húmedo porque era un lago lo que provocaba que las casas se llenaran de unos insectos llamados palomillas. Al recordar como era mi casa siento mucha nostalgia al recordar como mi abuelita tenía en el corredor tablones llenos de hermosas macetas que se hacían con pedazos de platos rotos y espejos que eran propias de la época a mi abuela le encantaba tener la casa llena de plantas pues eso propiciaba la llegada de las golondrinas y otras aves.
            Indagando en mis recuerdos me acuerdo de una prima de mi abuelo que era una anciana cuando yo era niña, a la que le decían Dorita y nos contaba que en el arroyo que pasaba por lo que ahora es el eje tres, en el cual había carpas y muchos acociles que fue lo que le dio el nombre al metro camarones; fue un lugar que participo activamente en la revolución, algunos vecinos del barrio platican de los tesoros enterrados en el mismo pero también Dorita contaba que los rebeldes ahí escondieron las armas cuando venían huyendo del ejercito realista, armas que junto con tesoros y uniformes realistas fueron encontrados en el cauce del arroyo y en los alrededores, ya que Azcapotzalco participo activamente en la lucha revolucionaria como también fuimos la sede de la última batalla de la Independencia. Cabe señalar que Pancho Villa vino a juntar gente para la bola, algunos de los Gómez y los Romero se fueron con Pancho Villa.
            Este lugar era un paraíso maravilloso con chinampas y milpas, en ese tiempo no se sentía tan duramente el hambre, pues había muchas plantas comestibles principalmente la milpa. Pero todo ha cambiado transformándose y reflejándose en cada una de las calles de ciudad de México. Por ejemplo en este barrio había solo pequeñas callecitas que se inundaban una vez al año, el drenaje era pésimo y por todos lados había mucha basura, nuestro entorno se volvió tristemente folclórico ya que en el porfiriato llegaron las pulquerías, las cantinas y con ellos llegaron los borrachitos y los jóvenes se la pasaban de vagos jugando cascaritas de fútbol, pero no de un modo inocente sino todo a través de las apuestas callejeras, que a veces eran por unos cuantos pesos o por unos chescos (refrescos), después de que nuestro barrio había sido un vergel se convirtió en una romería que completaba la experiencia barrial con hambrientos perros callejeros en cada esquina, y uno que otro peladillo gritando groserías se perdieron las buenas costumbres que tenía la gente que vivió en las rancherías.

            Pero vayamos a otro asunto importante que es la fiesta de Santa Apolonia que se celebra cada 9 de febrero al inicio de dicha celebración que antes duraba alrededor de ocho días; la fiesta comenzaba cuando el mayordomo se encargaba de recoger en efectivo donaciones de los fieles para realizar dicha fiesta, que se engalanaba con la quema de juegos pirotectinos, alegres bailables, palo encebado que en la parte de arriba tenía cinco morrales que contenían despensas que el ganador se las podía llevar a su casa, box, carreras en bicicleta que se adornaban con papel china de distintos colores, también íbamos a ofrecer flores a la virgen, había muchos fieles ya que desde las 10 de la mañana había misas para todos los dentistas por que Santa Apolonia es su patrona. Recuerdo con alegría como desde temprano lanzaban cohetes, le tocaban las mañanitas a la imagen, había música de banda y en medio de la algarabía de la gente sacaban a peregrinar por toda el barrio a la imagen acompañada de los fieles y de las mojigangas que son muñecos hechos de alambre y tela manipulados por una persona que se mete en ellos había dos muñecas, un muñeco, dos tortugas y un diablo o al menos eso creo. Por último recuerdo a mi tío abuelo Miguel Gómez Elizalde que nació el 14 de abril de 1931 y fue hermano de mi madre Leonor Gómez Elizalde, en el año de 1947 estudio en al secundaria nocturna y después fue profesor de secundaria y director que entre otras cosas sembró 200 árboles en este barrio y se dedico a cuidarlos en cuerpo y alma después de los estragos de la deforestación que nos trajo la modernidad así como la construcción del ferrocarril y finalmente la eje vial. Y culminó sus estudios de derecho en la UNAM.

Entrevista Argelia Malagón Muñoz.

Me llamo Argelia Malagón Muñoz, mi pade fue Felix Malagón Guzmán y mi madre fue Josefina Muñoz Hernandez. Se casaron el 4 de julio de 1937. Cuando yo era pequeña en donde comenzó a pasar el ferrocarril hacía viajes a Cuernavaca. Había un hermoso riachuelo y lo demás estaba lleno de milpas, el campo del barrio era hermoso pues había muchísimas flores rojas que eran amapolas, en ese predio correspondiente a la calle de ferrocarriles había varias viviendas y toda esa calle en el camino que va al metro refinería estaba llena de platanales, hablando de los antiguos oficios pasaba un señor gritando ¡Chichiuilotes! Que eran unos pajaritos que se comían y eran muy sabrosos, desafortunadamente al construir las vías a todas las familias que vivían ahí, les fue expropiado el terreno, algunos de los vecinos murieron de tristeza pues no les alcanzo con el pago simbólico para comprar otra casa y murieron de nostalgia pues no conocían otro hogar. En este barrio había leche, nata y dos establos, de los sembradíos más destacados teníamos chile, milpa, cañaverales, las calles eran muy angostas donde solo pasaban carretas, todavía me toco ver ranchitos, y donde ahora es el eje vial a mitad había un hermoso ahuehuete en está casa que se encuentra en frente de la iglesia de Santa Apolonia Tezcolco vivió mi padre que se llamo Félix Malagón que tenía como oficio el de ser molinero de este barrio el molino estaba en la calle de Ferrocarriles Nacionales. Por último me gustaría contar una anécdota mi hija se llama Izel Guadalupe pero originalmente yo había decidido ponerle Itzel Cuatlayopeo, pensando que Cuatlayopeo era un sinónimo de la virgen de Guadalupe pero su padre al ir a registrarla se equivoco y por eso ahora se llama Izel Guadalupe.  






El encuentro con la crónica en el lugar de las hormigas

 Por: José A. Carbajal Cortés

 Con Dedicatoria a todos los cronistas que han conformado la historia y crónica de
Azcapotzalco.

Mi acercamiento primeramente con la crónica es a través de los diversos años de
estudio pasando por los primarios y secundarios, hasta los inicios del bachillerato en donde
empiezo a saber del asunto de la crónica y por tanto de los cronistas. Empezaba a estudiar
a aquellos autores que, de una o de otra forma a través del tiempo han conformado la
crónica, como lo son: Bernal Díaz del Castillo, Fernando Alvarado (Tezozómoc), López de
Gómara, Gonzáles Obregón, José María Marroquí, Rivera Campas, Ángel de Campo,
Artemio De Valle Arizpe, Salvador Novo, Miguel León Portilla, Carlos Monsiváis, entre
otros más. Las calles, las anécdotas, las leyendas de México que, poco a poco o en mucho,
iban despertando una búsqueda por saber más del lugar en donde me ubicaba y vivía en esta Ciudad antigua y moderna que no terminaba de sorprenderme, en la búsqueda de la
identidad del lugar donde vivía.

Es así que por la década de los noventa, estudiando medio superior, mi primer
acercamiento con estos temas fue en el bachillerato, fue sobre los brujos de San Juan
Tlilhuaca (en el Plantel del Colegio de Bachilleres - San Juan Tlilhuaca) referido por un
profesor de Historia Socio-económica de México, lo que llamó poderosa e interesantemente
mi atención, lo que hace que empiece a indagar sobre la historia de estos lugares, ya que
recordaba que en la niñez mi padre Juan Carbajal Téllez me decía al pasar por la parroquia
de Azcapotzalco: Mira dicen que la hormiga que está ahí se mueve, o que al pasar por un
lugar me decía también: En esta Hacienda de Clavería comentan que filmaban películas,
aquí filmaron una del Santo. Y así investigaba lo más que podía de los lugares de
Azcapotzalco y localizaba libros como el de Azcapotzalco en el tiempo que se me hizo
fascinante de leer. Y es por el año de 1995 que empiezo a leer una interesante publicación
en formato sencillo pero atractivo que llego a mis manos de forma afortunada llamado
Boletín Informativo de los Cronistas de Azcapotzalco, que tiempo después deje de ver y
aparecía otra publicación como la anterior llamada Los Cronistas realizada y editada por
ciudadanos residentes de Azcapotzalco en un esfuerzo conjunto y que, a partir de estos
textos en sus crónicas experimente el gusto de un acercamiento a lo local, en los lugares
que eran cotidianos del día a día y desde tiempos inmemorables guardaban una historia,
una crónica, que para mí eran un acierto, porque era lo que yo buscaba ávidamente aunque no llegaba a tener todos los números seguía buscando ya crónicas locales de Azcapotzalco que para mí era algo que estaba descubriendo, ya fuera en libros o de viva voz que contaban vecinos mayores de edad que tenía la fortuna en ocasiones de escuchar. Así empezó mi acercamiento con este lugar que tenía una historia ancestral, que en los libros de texto era reducida, esta historia del gran Azcapotzalco en algunos renglones y nada más.

En estos textos de Los Cronistas (y en otras publicaciones más adelante) empezaba a
conocer los nombres de Yolanda Pareyón, Antonio Urdapilleta, Ma. Elena Solórzano,
Antonia Zempoaltécatl y otros más que iban surgiendo; seguía viendo las publicaciones
siguientes que salían y los nombres volvían a aparecer en los artículos descritos como
crónicas, cuentos y también de poesías. Entonces me imaginaba como serían los autores de tan interesantes crónicas y relatos. Y llegó entonces el día o los días, en que veía y
escuchaba a los autores de estos escritos, a los cronistas de Azcapotzalco, esto a partir del
Coloquio de Crónica y Memoria de Azcapotzalco, organizado en el segundo aniversario del Archivo Histórico de Azcapotzalco en donde se invitaba al público a asistir al Archivo
Histórico ubicado en la antigua Casa de Bombas en el Jardín Hidalgo que, en aquel
entonces había sido inaugurado de manera formal por el Historiador y Cronista de la
Ciudad- Miguel León Portilla el 8 de agosto del año 2000, al que empecé a asistir a estas
crónicas que, tiempo después aparecería con ello una Memoria de este referidas reuniones
de los cronistas de nuestro Azcapotzalco.

Entendemos que la crónica son los relatos, escritos y testimonios, de sucesos por
orden del tiempo con una secuencia y que, por este medio, se puede escribir y por tanto
describir un relato en un lenguaje literario, emocional o meramente informativo, de manera
personal o en tercera persona mostrándose en ello un estilo ameno, con anécdotas o
testimonios que en ocasiones la Historia como tal no admite, siendo por tanto un estilo más
flexible de escribir en un contexto, tema, situación o personaje. Así, ha habido desde
historiadores y literatos que nos han contado la Ciudad desde su época antigua. En pláticas
impartidas por la cronista de la Ciudad Ángeles Gonzáles Gamio en algún espacio donde se ha presentado, (como lo es en Azcapotzalco) ha comentado que los cronistas son quienes tienen una visión más cercana de los diversos lugares de la Ciudad, ya que la cuentan con vivencias y emociones testimoniales acudiendo a todos los géneros en sus crónicas escritas en manera por demás amenas. La Ciudad capital como sabemos, está conformada por Delegaciones desde 1928, año en que se realizó la demarcación territorial en la segunda ley de planificación, en que Azcapotzalco desapareció como Municipio transformándose en Delegación y que ha contenido dentro de ella una infinidad de pueblos y barrios que proviene desde tiempos prehispánicos y coloniales que por tanto, tiene en ello una gran riqueza ya escrita y descrita desde tiempos pasados y más recientes; esto desde los cronistas coloniales hasta la actualidad y, como sabemos en las Delegaciones sus antecedentes vienen de sus pueblos y barrios (antiguos calpulli). Existe, por lo tanto, un cronista o un Consejo de crónicas en diversos lugares que recaban y escriben su historia local, con sus personajes, anécdotas, leyendas y urbanismo, como en: Tlalpan, Xochimilco, Coyoacán, Azcapotzalco, Iztacalco, etc., estando por tanto presentes en toda la Ciudad o D.F.

Y el caso que nos trae aquí son nuestros cronistas de Azcapotzalco, el cual, al indagar, al
investigar y conocer del cómo se conformaron, como nació, surgió y salió a la luz la
crónica Azcapotzalca, como ahora la conocemos propiamente en este tiempo contemporáneo tiene su historia, lo cual refiero aquí. La iniciativa de este germen surge al formarse un grupo allá por el año de 1989 en el Barrio de Nextengo, un grupo que como cronistas escribieran sobre estos lugares del ancestral Azcapotzalco y de los
acontecimientos actuales del entorno. Fue así en el referido año que el padre Senén Mexic
Cariño, (que era cronista de Acatlán en Puebla) llega para hacerse cargo de las Capillas de
San Lucas Evangelista (barrio de San Lucas Atenco) y de la Capilla de San Salvador
Nextengo, (barrio de San Salvador Nextengo) quien, en una iniciativa, reúne a un grupo de
cronistas reuniéndose en la Iglesia de Nextengo: don David Delgado, el Arqlgo. Antonio
Urdapilleta, Mtra. María Elena Solórzano, don Álvaro Saldaña, el propio padre Senen y
Elvira Buelna y que, años más tarde se fueron incorporando más cronistas en este ejercicio
como: la Dr. Yolanda Pareyón, Martín Borboa, Martina Rodríguez García, Gilberto Pérez
Rico, Alejandro Brito, Estela Guerra, Marisol Gutiérrez, entre otros (Archivo MES).
Capilla de San Salvador Nextengo en el Barrio de Nextengo, Azcapotzalco.

También he de mencionar que tiempo después, se reunían en la primera biblioteca que se
instaló en Azcapotzalco en la época Vasconcelista, -esta es la actual Biblioteca Pública
Fray Bartolomé de las Casas- interesados en la crónica azcapotzalca como: Francisco
Martínez Arias, Ma. Antonia Zempoaltécatl, Antonio Urdapilleta, Ma. Elena Solórzano,
Álvaro Saldaña y otros, esto fue por los principios de los noventas para escribir y publicar
crónicas de Azcapotzalco, por lo que la idea sale a la luz con la acertada iniciativa de
Antonia Zempoaltécatl y de Ma. Elena Solórzano, con las publicaciones ya referidas del
Boletín Informativo de los Cronistas de Azcapotzalco y de Los Cronistas, así como más
adelante los cuadernillos de Tlacuilo, Amoxcalli, Azcapil, Los Cronistas Nueva Época y
Buscando rumbos. Estas publicaciones tenían como tema central los sucesos, crónicas de
sus barrios o antiguos calpullis y de la historia de Azcapotzalco. 

Y son las leyendas mi siguiente acercamiento a la crónica, ya que nuestras leyendas
provienen desde su época prehispánica, pasando a lo largo de nuestra historia y también de los sucesos más cercanos a nosotros, que se han contado y se cuentan al presente. Y es en este inter que surge el Consejo de Cronistas de Atzcapotzalco, que se había instalado formalmente como Consejo ya en el trascurso del año de 1998-1999, durante el ejercicio del Jefe Delegacional de entonces Moctezuma Barragán y conformado el Consejo de Cronistas de Atzcapotzalco por: don David Delgado, Antonio Urdapilleta, María Elena
Solórzano, Martina Rodríguez García , Álvaro Saldaña, Yolanda Pareyón, Martin Borboa
y Juana María Naranjo y es por el 2003 el acercamiento a la Casa de Cultura de
Azcapotzalco a los Encuentros de Crónica Historia y Leyenda de Atzcapotzalco
organizados por este Consejo, al cual empiezo a asistir a estos encuentros realizados.

Es cuando se empiezan a hablar, narrar, recopilar, las Leyendas de Atzcapotzalco cuyo
primer tomo I presentado en forma sencilla como cuadernillo, sale publicado en 2003, en
una iniciativa e idea muy acertada: la recopilación tanto de investigación en los lugares,
como de viva voz de las leyendas de este nuestro Azcapotzalco, que irán apareciendo en
diversos años en estas publicaciones hasta su tomo IV, sumándose consecuentemente, más leyendas hasta conformar un poco más de un centenar que son recopiladas y escritas por Antonio Urdapilleta y Ma. Elena Solórzano para el conocimiento de los chintololos en un
testimonio de Azcapotzalco como una región rica en la tradición de leyendas que aparecen
definitivamente ya como libro de Leyendas de Atzcapotzalco, en 2014 presentándose en el
XIV Encuentro de Crónica, Historia y Leyendas de Atzcapotzalco.

Anterior a esto, se presentaba junto con los cronistas de Azcapotzalco en 2002, un grupo
llamado Tlahtoque de narradores escénicos en diversos espacios culturales y parques,
quienes lo formaron en su momento: Antonio Urdapilleta, Estela Guerra, Ma. Elena
Solórzano, Martina Rodríguez, entre otros; así como los narradores escénicos: Ricardo
Molinero (Fray Molinero), Rafael Hernández y otros más, en la difusión de las crónicas y
leyendas de Azcapotzalco. Haciendo una pausa, es en el transcurso de estos Encuentros,
que el cronista Antonio Urdapilleta (quien además organizaba entre tantas actividades la
puesta en escena de la Malinalli la llorona de Atzcapotzalco) invitaba a las personas
interesadas en las crónicas azcapotzalcas, a reunirse en el café Aura Mazda los miércoles,
en donde conozco más su trabajo con sus pláticas directas y en una de estas pláticas me
invita a colaborar con el Consejo de Crónica por los temas que hablamos e inquietudes que
le manifestaba sobre las Leyendas y del cine filmado en sitios de Azcapotzalco.

Y es con el paso del tiempo, que empiezan (ya antes con monografías y periódicos) a
surgir a la luz, diversas publicaciones incrementando el patrimonio y memoria documental
de Azcapotzalco (además de las que me he referido anteriormente) que, en diversos años
van incrementándose en número como son: Azcapotzalco. Libro vivo, Plenitud: claroscuro
en la vida de Don David Delgado, Por donde pasaron las hormigas, Personajes de
Azcapotzalco, Voces Tepanecas: cápsulas históricas de Atzcapotzalco, Memoria de
Azcapotzalco: Relatos y recuerdos, 30 Tesoros de Azcapotzalco y otros tantos, con sus
crónicas e historia escritas, que oportunamente adquiría y daba seguimiento a tanta y tanta
semilla que se esparcía para el conocimiento cada vez más de sobre Azcapotzalco.

En los subsecuentes años de este nuevo milenio más publicaciones seguirán apareciendo
acertadamente y con ello la Historia y la crónica: San Juan Tlilhuaca lugar de lo negro,
Por el Sendero de las Hormigas Crónicas y Relatos de Azcapotzalco, Las hormigas de Azcapotzalco, Cementerio Vecinal de San Juan Tlilhuaca, U. H. El Rosario: orgullo de Azcapotzalco, Clavería centenaria, Azcapotzalco: Globalización e identidad, Historia de Azcapotzalco: Lugar con rostro memoria y corazón, entre otras publicaciones, con tantos más cronistas, escritores y literatos que han plasmado sus escritos sobre Azcapotzalco, de este lugar con mucha historia y crónica perteneciente al valle de México. Es de esta manera con tantas y tantas publicaciones en el haber mi acercamiento a la historia, crónica y leyendas de Azcapotzalco, y de tener la gran oportunidad de conocer a los cronistas a quienes envió un saludo de agradecimiento.

Así, detrás del trabajo del cronista hay una historia, que germina y que se vuelve pasión:
el recabar datos, anécdotas, vivencias, micro historias, leyendas, de una identidad que nos
forma y nos conforma con diversas aportaciones particulares y colectivas. De ello ya han
pasado más de 3 décadas en el quehacer de las crónicas en Azcapotzalco, un quehacer que nos da identidad del lugar de donde venimos y por tanto de donde estamos situados.
Azcapotzalco, por lo tanto, tiene una riqueza de antaño y actual, que lo conforma su
historia, sus crónicas, sus leyendas, ya escritas en su literatura que es, ya vasta y que
seguirá conformándose y escribiéndose en el quehacer de su vida actual presente y futura
que quien no lo ve así, es porque tiene un desconocimiento de la ancestral y actual
Azcapotzalco lugar de las hormigas.


Azcatl-hormiga, símbolo de Azcapotzalco